lunes, 19 de octubre de 2009


Todos los humanos somos curiosos por
naturaleza. Nuestra curiosidad es una de las
fuerzas motivadoras más fundamentales que
impulsa a la humanidad. De hecho nos
interesamos por conocer la realidad, las
causas, y las consecuencias de lo que
hacemos. Nuestros entrenamientos no
son ninguna excepción y por lo tanto han
de ser validados e investigados como si
de una historia de detectives se tratase.

Un detective investiga para descubrir la verdad sobre unos hechos determinados. De la misma manera nosotros, los deportistas, debemos descubrir la verdad sobre un método de entrenamiento. Igual que undetective debemo saber cuáles son las claves que buscamos para determinar si un método es válido. También sabemos que el conocimiento humano esta progresivamente jerarquizado desde lo más elemental a lo más complejo. Ante todo, y sobre todo, debemos prestar especial atención a los niveles más elementales. Si lo elemental no se sostiene, lo complejo que de ello deriva tampoco se sostendrá. No hay nada más elemental y
practico que una teoría. El término “teoría” se refiere a un conjunto de proposiciones acerca del funcionamiento del mundo real, el cual se ha sometido a repetidas verificaciones y se ha ganado cierta confianza.


SIMPLEX SIGILLUM VERI
La Sencillez es el Signo de la Verdad se generan nuevas teorías está lleno de imaginación, emoción, y creatividad. Todas las nuevas teorías penetran en el mundo práctico cuando se traducen en métodos y herramientas. La palabra “método” deriva del griego “methodos,” cuyo
significado es buscar objetivos específicos. O sea, un conjunto de procedimientos y técnicas sistemáticas para abordar asuntos o problemas determinados – como un programa informático
o de entrenamiento. La palabra “herramienta” se refiere a un objeto, generalmente de hierro, que se utiliza para realizar trabajos manuales – como un martillo o una mancuerna.
La estrecha relación entre teorías, métodos, y herramientas se encuentra en el corazón de cualquier esfera de la actividad humana que construya conocimiento.
En fisiología las teorías sobre el funcionamiento muscular han creado un cuerpo de conocimiento que a su vez condujo a una metodología para analizar los desperfectos, evitar problemas,
y ofrecer pautas de mejoría. Cada método es una herramienta cuya base teórica define para que sirve, para que no sirve, y como aplicarla. Mediante el desarrollo de métodos prácticos y herramientas útiles, las teorías se someten a constantes verificaciones. Este ciclo continuo – creación de teorías, desarrollo, y aplicación de métodos y herramientas basados en las teorías – es el motor que impulsa el crecimiento de las ciencias en general y las ciencias de la educación física y el deporte en específico. ¿Por qué es importante que las herramientas y sus métodos de utilización se basen en teorías? ¿Acaso el aspecto más importante de una herramienta no es su utilidad? Sí y no. Es difícil desechar una herramienta que parece útil. Hace unos años asistí a un curso postgrado sobre entrenamiento deportivo en el cual uno de los disertantes presento su método personal de desarrollo de la fuerza muscular. Cuando se le pregunto acerca de la base teórica de su método, respondió que no existía. Su método ateorico era una herramienta
que había desarrollado durante sus años de estudio y experiencia práctica, y que daba resultado.
Hasta cierto punto. Dio la casualidad de que justo a mi lado se encontraban sentados dos profesionales del alto rendimiento deportivo y que además entendían muy bien lo que era el
entrenamiento de fuerza. Uno de ellos, que en esos momentos era el campeón de Europa de powerlifting se inclino hacia mí y en voz baja dijo: “si realizo ese entrenamiento
me sacan en silla de ruedas.” Tenía razón. Era evidente que el disertante no conocía bien las
teorías básicas del estrés fisiológico, la recuperación, y la periodización.
Así como tampoco el significado de la alostasis o la carga alostatica – conceptos fundamentales para subir y bajar las cargas y periodizar correctamente. En consecuencia el entrenamiento, según él, era correcto, pero en realidad era excesivo tanto en volumen como en intensidad y avocaba a una difícil e incompleta recuperación.
Sin un entendimiento teórico elemental de tales procedimientos, no es posible diseñar programas de entrenamiento específicos y fisiológicamente funcionales. Me fui del curso con cierta inquietud, y por más de un motivo. Primero, es dudoso que esas herramientas “ateoricas” puedan aportar mucho a nuestros objetivos. Sin una teoría de base, obtenemos herramientas que pueden funcionar en una situación, pero no sabemos por qué. Pueden fallar en otras situaciones, y tampoco sabemos por qué. La utilidad de una herramienta puede
depender de aspectos irrepetibles de la habilidad y capacidad de una persona determinada, no de todos. ¿Quien puede valerse de una herramienta sin saber teóricamente el cómo y el por qué de
su aplicación práctica? Segundo, sin teoría no siempre conocemos las limitaciones o las restricciones de una herramienta, que incluso pueden ser inoperantes
y contraproducentes si se utilizan incorrectamente. Así es como en las prisas por resolver un problema, se pueden adoptar soluciones ateoricas prefabricadas, a modo de tiritas y aspirinas, que no abordan las causas elementales de unproblema. Aquí radica el motivo
más convincente para buscar herramientas teóricas aplicables al mundo real. En la actualidad los métodos de entrenamiento físico son sofisticadas herramientas diseñadas para resolver un determinado problema o mejorar una situación especifica en salud.


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